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Conservación, turismo y seguridad alimentaria

En Costa Rica la conservación llegó antes que el turismo, fortaleza que ayudó a crear ecosistemas resilientes a las externalidades que genera la industria hotelera. Sin embargo, actualmente la informalidad laboral en el sector turístico, aunado a los cambios en uso de suelo y dinámicas sociales, han puesto en riesgo la seguridad alimentaria de las comunidades receptoras y por ende a su capacidad de contribuir a la conservación.

Gracias al esfuerzo de científicos, la voluntad política, la integración de las comunidades y el apoyo de organizaciones internacionales, desde la década de los 60´s en nuestro país se ha establecido un modelo de conservación, en sus inicios liderado por organizaciones científicas como el Centro Científico Tropical y la Organización de Estudios Tropicales.

En 1970, tras la fundación del Servicio de Parques Nacionales, se comienza a evidencias los beneficios económicos para las comunidades locales que trae el sistema de conservación a través de la visitación a los diferentes destinos.

El ideal de comunidad receptora desde un punto de vista ambiental es una donde el ecosistema sea sano, con conectividad biológica, proporcionando servicios ecosistémicos a sus habitantes como lo son el acceso al agua limpia, la conservación del suelo, la presencia de dispersores y controles de plagas, la regulación del clima, y aporte a la calidad del aire.

El ideal turístico desde el punto de vista social y económico es el que genera encadenamientos, promueve la economía circular, pero además aporta a la comunidad dejando que sus habitantes se apropien de las decisiones que se toman en cuanto al uso de suelo, el paisaje, y el tipo de turismo que estás dispuestos a recibir.

Para el año 2000 el sector turístico aportaba $3684 millones de dólares, generando más ganancias que el café, banano, piña y productos farmacéuticos juntos. Sin embargo, el modelo turístico se ha caracterizado en las últimas décadas por replicar un modelo económico colonialista y de explotación hacia la comunidad receptora. Donde muchos de los ingresos se quedan en manos de operadoras internacionales, hay una concentración de ganancias en pocas manos y poco encadenamiento con las economías locales.

Además, al ser un empleo estacional, muchos de los trabajos son temporales, se contratan por servicios profesionales dentro de la temporada alta. Dejando a los trabajadores vulnerables en caso de situaciones externas que afecten el flujo turístico como lo evidenció la temporada cero durante los cierres producto del COVID-19.

¿Podemos realmente hablar de conservación si existe informalidad laboral que lleva a la inseguridad alimentaria hacia las comunidades receptoras? Se ha conversado mucho de la relación que existe entre la pobreza y la conservación, donde la integridad ecológica de un destino está estrechamente relacionada con la capacidad de sus habitantes de obtener sus necesidades básicas de alimento, seguridad, hogar, etc.

 

Uno de los proyectos que evidencia la situación turística actual es el Observatorio de Turismo, Migraciones y Desarrollo Sostenible de la Universidad Nacional Observatorio de Turismo, Migraciones y Desarrollo Sostenible de la Región Chorotega (una.ac.cr). Desde la academia contribuye a analizar la situación actual en la región Chorotega de Costa Rica, desde la perspectiva turística, migraciones humanas, gestión de recursos naturales y sustentabilidad de la región.

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